Medio millón de aficionados se reunieron en Cibeles para recibir al campeón de Europa. El Real Madrid volvió apenas un mes después de su última visita, para brindarle a la Diosa la consecución de la decimocuarta Champions League. La cantidad de gente que había congregada en la plaza y las proximidades era tremenda, rozando el medio millón de seguidores. Durante más de media hora, los futbolistas estuvieron disfrutando con los suyos, hasta que Marcelo puso fin a la fiesta con la colocación de la bandera y la bufanda en la estatua y levantando la copa.
La expectación era máxima. En la noche de la final, fueron cerca de 50.000 los que se acercaron a celebrar el triunfo del Real Madrid, aunque los jugadores no fueron. Sí que estaba programada su visita para la tarde-noche del domingo, una vez se celebrasen los actos protocolarios. Como no podía ser de otra forma, la euforia del madridismo salió a la calle para celebrar la victoria en París.
Desde horas antes de que el Real Madrid llegase a la plaza, miles de aficionados se agolpaban ya para esperarlos. Ni siquiera las altas temperaturas evitaron una tremenda aglomeración que no se veía desde antes de la pandemia. De hecho, cuando el bus del equipo salió del Bernabéu rumbo a la Almudena a las 18:00 horas, la plaza y los aledaños estaban ya a rebosar.
Hubo que esperar hasta las 20:30 horas para ver aparecer a los campeones en la plaza. Salieron del Ayuntamiento de Madrid, se montaron en un bus descapotable y dieron la vuelta por el barrio de Salamanca para afrontar la bajada desde Colón por el Paseo de Recoletos. La afición recibió con cánticos a los integrantes de la plantilla, aunque también se acordaron de Mbappé y su traición.
Marcelo se animó con el micrófono, pero ante los cánticos contra el jugador del PSG, tuvo que intervenir el speaker y ya no volvió a hablar. Sí que lo hicieron Carvajal y Nacho, para agradecer el apoyo recibido durante esta temporada en la que han conquistado el doblete Liga-Champions. Pero el gran protagonista fue Ancelotti, que empezó a llamar a varios jugadores para que cantasen junto a la afición.
El colofón llegó de la mano del capitán. Marcelo accedió en solitario por la pasarela hacia la cabeza de la Diosa, a la que besó, colocó una bandera al cuello y una bufanda en la corona y elevó al cielo de Madrid la Copa de Europa, la decimocuarta de un Real Madrid que ya piensa en la 15.
